Habrían encontrado restos de las embarcaciones de Hernán Cortés en Chachalacas

  • Investigación. Arqueólogos encabezados por Blake P. Weissling, de la Universidad de Texas, hallaron en Chachalacas, Veracruz, restos que corresponderían al navío, señala reporte. El INAH tiene sus reservas y no confirma el hallazgo, puesto que la datación de restos de madera sería anterior a 1519

Veracruz, Ver.- Descubren los primeros restos de las embarcaciones del conquistador español Hernán Cortés en Playa Chachalacas, Veracruz. En ese lugar, investigadores hallaron una gran viga de madera enterrada en la arena junto a un grupo de piedras de lastre, clavos de gran tamaño, láminas de cobre y cerámica prehispánica.

Así lo revela el informe Proyecto Punta Zempoala, Chachalacas, Veracruz realizado por los arqueólogos Blake P. Weissling, Pilar Luna Erreguerena y Ricardo Borrero Londoño. De acuerdo con dicho documento —del cual Crónica posee una copia—, el proyecto fue financiado por National Geographic Society con 12 mil dólares.

Los trabajos de campo desarrollados entre el 14 y 27 de julio de 2014 se hicieron específicamente en las dunas costeras de la Playa Chachalacas, ubicadas en el municipio de Úrsulo Galván, Veracruz, en un perímetro de 45 mil 982.73 metros cuadrados de extensión, donde los expertos registraron 180 fragmentos de materiales arqueológicos.

En el informe —que no ha sido divulgado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) a pesar de que la dependencia emitió los permisos para la investigación—, Blake Weissling, el profesor de la Universidad de Texas, plantea que los restos podrían formar parte de las embarcaciones de Hernán Cortés; sin embargo, los especialistas del INAH difieren y no han asegurado si los objetos descubiertos pertenecieron a una embarcación anterior a 1519 (año en que llegó Cortés a México) o si son restos de navíos accidentados en el siglo XVII.

“Las evidencias de las que disponemos hasta la fecha son muy insuficientes para dar soporte a la afirmación de que los vestigios pueden haber pertenecido a las naves de Cortés, pero como diría el Dr. Weissling, tampoco contamos con la evidencia requerida para descartar esta posibilidad”, suscriben los arqueólogos en el informe.

La polémica de esta investigación se centra en la antigüedad de la viga de madera que formó parte de la proa de un barco, ya que los estudios de datación por carbono 14 (los cuales miden la edad aproximada de un objeto), revelan que la madera fue cortada entre los años de 1370 y 1430.

Esas fechas sugieren que el fragmento del navío descubierto en Chachalacas estuvo en costas mexicanas antes de que Cristóbal Colón descubriera América, que fue una madera sobre la que viajaron las tropas de Hernán Cortés o que fue una embarcación perdida en el Golfo de México arrastrada a territorio nacional.

EL HALLAZGO. En 2003, Blake Weissling, el investigador del Departamento de Ciencias Geológicas de la Universidad de Texas, junto con su hijo fueron de vacaciones a las dunas costeras de la Playa Chachalacas y de manera fortuita encontraron una gran viga de madera enterrada en la arena junto a un grupo de piedras de lastre y clavos de gran tamaño.

Weissling avisó a las autoridades mexicanas, por lo que la Subdirección de Arqueología Subacuática (SAS) del INAH realizó dos visitas de inspección para corroborar la denuncia. El resultado fue que Weissling había descubierto un nuevo sitio arqueológico; entonces el geofísico estadunidense presentó una propuesta de investigación a National Geographic ­Society/Fundación Waitt. Años después, su proyecto fue aprobado tanto en Estados Unidos como en México.

La premisa que el investigador planteó fue que Playa Chachalacas podría contener restos de naves españolas de época temprana e incluso corresponder a los de la flota de Hernán Cortés.

El primer trabajo que los expertos del INAH y Weissling realizaron fue hacer recorridos en las dunas y notaron varias piedras de lastre, las cuales están asociadas a barcos de vela, por lo que Weissling propuso que ahí estuvieron una o varias naves varadas intencionalmente.

“La piedra permanente de lastre es la que se coloca dentro del casco de un buque en el momento de la construcción, para efectos de un adecuado equilibrio y postura de la nave una vez a flote… La procedencia del lastre permanente es un indicativo casi seguro del lugar donde se construyó la nave”, se lee en el informe.

¿EVIDENCIAS DE LA CONQUISTA? El principal descubrimiento en Playa Chachalacas fue un fragmento de madera trapezoidal, de la cual se extrajo una parte para conocer su antigüedad, mismo procedimiento que se aplicó a otro fragmento de madera mineralizada que se encontró adherida a un clavo de hierro.

Ambas muestras fueron enviadas al Laboratorio de Investigación de Productos Forestales del Center for Wood Anatomy Research del Servicio Forestal de Estados Unidos en Madison, Wisconsin.

Sobre la madera mineralizada, el analista Michel Wiemann identificó que era del género Pinus, muy común en la construcción naval durante el siglo XVI y planteó que ésta pudo pertenecer a la tranca de una embarcación.

“El Pinus tiene representantes en el continente americano, en el norte de Europa y en las regiones mediterráneas. En términos generales su distribución es muy amplia y haría falta llevar la identificación a un nivel más específico, para acotar el área de distribución”, se lee en el informe.

En cuanto al trozo de madera de la viga trapezoidal, éste fue identificado como Picea, árbol que se halla en el continente europeo, aunque la mayoría de las especies que lo conforman se encuentran en Norteamérica; no obstante, el dato que sorprendió a los investigadores fue su antigüedad.

“Su fecha calibrada arrojaría una edad de 1370 a 1430, ante lo cual conviene aclarar que al datar una madera con carbono 14, lo que se data es el momento en que se convirtió en madera muerta. Así, la fecha obtenida está más vinculada con el momento en que fue cortada la madera que con el momento en el cual se puso en uso. De una u otra forma, la fecha obtenida resulta sorprendentemente temprana”, escriben los expertos.

Esta antigüedad también fue descrita en el informe Evaluation of an Excaveted Timber, presentado por Sam Cuellas y el Dr. Filipe Castro, de Texas A&M University.

Aunque la fecha de la madera es muy anterior a la llegada de Hernán Cortés a México —lo cual sucedió en 1519, según se puede leer en las cartas de relación que el español envió al emperador Carlos V—, el investigador Weissling sugiere que formó parte de las embarcaciones del conquistador, opinión que compartió el arqueólogo alemán Jurgen Brüggemann (1942-2004), único en estudiar el original asentamiento construido por Hernán Cortés cuando pisó por primera vez Veracruz.

“En 1986, el Dr. Brüggemann le contó al Dr. Weissling la historia de Cortés y el varado de las embarcaciones. Años más tarde, partiendo de estas conversaciones, el Dr. Weissling consideraría que los restos hallados en Chachalacas, podrían formar parte de las embarcaciones de Hernán Cortés”, detalla el informe.

LOS “PEROS”. Los investigadores que participaron en este proyecto coinciden en que la viga de madera trapezoidal de 2 metros y que está unida por clavos de hierro, sí perteneció a una embarcación.

El informe plantea que pudo ser parte de la roda (parte frontal) de un buque siniestrado, pero los arqueólogos dudan de esa hipótesis porque el material Pinus no era usado para embarcaciones marineras, pues la madera más común era el roble.

A pesar de ello, el informe detalla la existencia de embarcaciones muy antiguas cuyos componentes estructurales se fabricaron con maderas de Pinus: Pecio de Uluburun que es del S XIV a.C. y el Pecio de Cabo Gelidonia S XII a.C.

“Persiste la discusión y por ende la duda acerca de si el ensamblaje trapezoidal hallado en Punta Zempoala es o no un componente estructural. El Dr. Weissling se inclina por la hipótesis de que en efecto lo es. Por su parte, los investigadores de la Subdirección de Arqueología Subacuática sostienen que, en caso de que lo sea, llama profundamente la atención su aparición en un contexto plenamente marítimo y colonial”, detalla el informe.

La mayor divergencia entre los investigadores del INAH y Weissling está, de nuevo, en la antigüedad de la madera (de 1370 a 1430) y en la fecha de construcción de la embarcación.

“El Dr. Weissling (asegura que) un constructor naval no habría empleado maderas cortadas con más de 20 años de antelación. En ese orden de ideas, sostiene que se trata de un bajel (barco) de finales del siglo XV o comienzos del XVI. En efecto, acorde con Pérez Turrado, era tal la demanda de maderas que éstas solían emplearse muy poco tiempo después de ser cortadas o, incluso, se iban cortando a medida que se necesitaban”, precisa el documento.

Pero los investigadores del INAH ponen en duda los resultados de fechamiento y proponen que la construcción del navío pudo ser muy posterior al corte de las maderas o que éstas fueron reutilizadas siglos después.

“Por las razones expresadas, sería necesario revisar los procedimientos de muestreo y datación para cerciorarse de que no exista contaminación y, en segunda instancia, corroborar las fechas en otros laboratorios”, plantean como solución.

CLAVOS Y PLACAS DE COBRE. Los objetos de metal que fueron descubiertos en Playa Chachalacas, Veracruz, se ubican entre la línea costera mexicana y un arrecife, pero este último elemento natural hace más difícil sostener la hipótesis de que hubo un accidente naval en el este del Golfo de México.

“La mayor acumulación de materiales se percibe en paralelo al arrecife. Esta situación resulta atípica, pues la marea y las olas tienen mayor capacidad de transporte cuando no son interrumpidas por barreras naturales. Si los materiales están asociados a un accidente naval, podría pensarse que éste se produjo en el área externa al arrecife. Otra alternativa es que los materiales hayan sido arrastrados por las corrientes desde el norte. El Dr. Weissling plantea la posibilidad de un varamiento intencional en la playa misma”.

Entre los objetos de metal registrados sobresalen 348 grandes clavos y tres piezas de aleación de cobre de tamaño variado y forma irregular que al parecer se utilizaron para recubrir la obra viva de buques con casco de madera, es decir, protegían la parte del navío que siempre está bajo el agua.

Los arqueólogos también encontraron 346 fragmentos prismáticos de hierro similares a clavos de gran tamaño (80 cm de longitud) pero que en realidad eran pernos, probablemente usados para unir elementos mayores del armazón de la nave, como piezas de las cuadernas, durmientes y estructuras de roda, tajamar y codaste.

De acuerdo con las ilustraciones del Álbum del Marqués de la Victoria, escrito entre 1719 y 1756, los pernos de Playa Chachalacas tienen similitud con los llamados “pernos de ojo” que se utilizaban para asegurar la pala del tajamar (parte delantera de un barco) y para resistir el impacto directo del agua cuando la embarcación estuviera navegando.

“La posibilidad de que los pernos descubiertos en Playa Chachalacas correspondan al tajamar o a la estructura de la roda en general, no puede sostenerse con absoluta certeza, pero merece tenerse en consideración en vista de las semejanzas de tamaño, material, manufactura y condiciones. Sin embargo, hay que tener presente la segunda de las premisas antes postuladas: que los artefactos que nos ocupan pertenezcan a un periodo alejado de la medianía del siglo XVIII”, refiere el informe.

Arqueología en la región

Las únicas investigaciones arqueológicas que años atrás se han hecho en el área inmediata a Chachalacas, corresponden a dos sitios: totonacas de Zempoala (a 10 km al oeste de Punta Zempoala) y Quiahuiztlán (a 25 km al norte de Punta Zempoala). Cerca de Quiahuiztlán, junto a la localidad de Villa Rica, se realizó una temporada de trabajo arqueológico, en la década de 1980, en el sitio del asentamiento original construido por Cortés en 1519, dirigida por Jurgen Brüggemann.

 

La Crónica.

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