Sin Tacto

sin-tactoPor Sergio González Levet.

De participaciones y protagonismos.

Sucede cada que hay una elección: algunos que logran colarse al grupo cercano, al círculo rojo del candidato a lo que sea y del partido que sea, se sienten con la gloria entre las manos y empiezan a actuar “como si…”:

Como si hubieran ganado ya la elección…
Como si fueran los únicos cercanos al Hombre…
como si ellos fueran los depositarios del poder…
Véalos usted, aplicada lectora; obsérvelos el cándido lector: aún no están seguros de que la victoria llevará al poder a su jefe, su amigo, a su compadre, pero ya se manejan en el mundo con otra cara, con una nueva actitud, con ojos diferentes. Ahora te saludan con cierto desgano, te ven por encima del hombro. Ya no son las personas humildes de antes.

Metamorfosis ha cumplido su misión.

Y todavía no ganan, no tienen el puesto. Dios nos libre cuando lleguen, si llegan.

Por lo general, están ahí no por la fuerza de su trabajo ni por su gran intelecto. Su permanencia se funda en el afecto conquistado a base de elogios desmedidos, con la suma acumulada de esos pequeños favores que no cuestan nada, pero hacen la vida más cómoda o más satisfecho al ego del amigo poderoso, del pariente triunfador.

No hacen mucho, no saben mucho. Sin embargo, han encontrado la forma de estar en el afecto, de granjearse la confianza, de hacer el comentario que el otro espera, de hablar al oído concienzuda y atinadamente.

Usted los puede ver ahora… bueno, hagamos honor a la equidad de sexo (que le llaman de género): usted las o los puede ver ahora gozando su nueva posición, seguros (as) de sí mismos y de su futuro inmediato. No aceptan ni el más mínimo asomo de duda ante la inminente victoria de su protector. Se enervan incluso si alguien expresa alguna opinión adversa que ponga una sombra sobre el brillante e inminente triunfo que logrará, que ya tiene en las manos, aquel a quien han ido cultivando a lo largo de los años, el que por fin les hará el milagro de llegar para que ellos lleguen y puedan cobrarse tantas vejaciones, tantos malos modos, tanta ignominia en el pasado de su hasta ahora lastimosa carrera política.

Por eso su risa sardónica, por eso esas frotadas de manos, por eso caminan como dando brinquitos porque el suelo no los merece.

Son los que saben todo del candidato, de sus fobias y filias, de sus temores, de sus humores, y ese conocimiento lo usarán, están seguros, a la hora en que se den los mejores puestos, se diriman los presupuestos, se entreguen las canonjías.

No saben nada, pero están ahí, en el mejor lugar y en el mejor momento.

Y aunque todavía no ha ganado su campeón, ellos viven ya en el triunfo, porque han sido muchos los años deldemérito y no tienen tiempo para esperar a que sehaga realidad lo que han soñado toda la vida.

De todos los equipos sólo uno llegará y dentro del equipo vencedor sólo unos cuántos alcanzarán su ambición, porque el estado no da para más, porque sólo serán dos años, porque…

Pero ahí están, véalos: cercanos, cálidos, confianzudos, presentes en el afecto.

…y ya sólo faltan tres semanas para la verdad.

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